Dia 6 Martes
Entre sus calles empedradas, se pueden observar viviendas de entramado de madera, granito y adobe, que reflejan una estructura medieval bien preservada. Las plantas bajas de muchas casas, que antiguamente funcionaban como establos, se han convertido en bodegas conocidas como «pichorras», donde se producen y degustan vinos artesanales.
En 2019, San Martín de Trevejo pasó a formar parte de la asociación Los pueblos más bonitos de España. Este reconocimiento destaca su valor patrimonial, su arquitectura y su capacidad para preservar tradiciones culturales.
¿Qué lugares se pueden visitar en San Martín de Trevejo?
San Martín de Trevejo no solo se caracteriza por su arquitectura, sino también por un rico patrimonio histórico y cultural. Entre los lugares más emblemáticos que se pueden visitar se encuentran:
- La Iglesia Parroquial de San Martín de Tours: construida entre los siglos XVI y XVII, esta iglesia cuenta con tres naves y un retablo mayor del siglo XVIII. En su interior, destacan las tablas del pintor extremeño Luis de Morales, conocido como «El Divino».
- El Convento de San Miguel: de origen franciscano, data del siglo XV y actualmente funciona como hospedería. Su arquitectura incluye tres naves y una cúpula central.
- Casas-palacio: estas viviendas señoriales, con sus escudos de armas, están distribuidas por el casco histórico. Entre ellas, destaca la Casa del Comendador.
- La plaza mayor: con soportales de madera y una torre-campanario del siglo XVI, es uno de los puntos centrales del pueblo.
¿Cómo es la cultura de San Martín de Trevejo?
Uno de los aspectos más curiosos de San Martín de Trevejo es su lengua autóctona, conocida como a fala. Este idioma, hablado también en las localidades cercanas de Eljas y Valverde del Fresno, tiene una antigüedad de más de ocho siglos y fue declarado Bien de Interés Cultural por la Junta de Extremadura en 2001.
La variante local de a fala se denomina «mañego», y su uso está profundamente arraigado entre los habitantes del pueblo.
Por otra parte, San Martín de Trevejo también es conocido por sus festividades tradicionales, que reflejan la cultura y las costumbres de la región. Entre las más destacadas están:
- Fiesta de la Vendimia: celebrada en septiembre, incluye el pisado de la uva en la plaza mayor, acompañado de música y trajes típicos.
- Fiesta de San Martín de Tours: en noviembre, los vecinos participan en una procesión y degustan vinos locales.
- Fiesta de la Cruz Bendita: se realiza en mayo y combina actividades religiosas con celebraciones populares.
En estas festividades, los habitantes visten trajes tradicionales, cuya elaboración y diseño reflejan la historia y el folclore de la zona.
Así es la gastronomía en San Martín de Trevejo
La gastronomía de San Martín de Trevejo es otro elemento que no pasa desapercibido. Entre los platos y productos típicos destacan:
- Ensalada de naranja.
- Caldereta de cordero.
- Aceitunas y aceite de oliva de la Sierra de Gata.
- Vinos de la comarca.
- Bizcocho mañego y miel.
Entorno natural y rutas turísticas del pueblo más bonito de Extremadura
El entorno natural de San Martín de Trevejo es otro de sus grandes atractivos. Rodeado por paisajes de montaña, acoge diversas rutas senderistas y lugares de interés, como:
- Ruta de los Ameales: ideal para la observación de aves desde sus torres de observación.
- Ruta de las Neveiras: recorrido por antiguas neveras o pozos de nieve.
- Sendero Puerto de Santa Clara: subida por una antigua calzada romana que ofrece vistas espectaculares.
- Lagares: restos de pilas excavadas en roca donde antiguamente se elaboraban el vino y el aceite.
Robledillo de Gata
El pequeño pueblo de Robledillo de Gata, en la provincia de Cáceres, invita a viajar por el pasado rural con sus casas de pizarra y sus saltos de agua.
Quien llegue a Robledillo de Gata no lo hará buscando grandes monumentos históricos, a pesar que hay datos que estuvo habitando desde el siglo XI. De hecho, el único que puede presentarse como tal es la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que data del siglo XVI, donde su rasgo más destacado es el techo de la sacristía, decorado con un bonito artesonado mudéjar.
O en todo caso, cabría añadir las ermitas del Humilladero, la de San Miguel de la Viña y del Cordero, construidas en los siglos XVI, que se encuentran en diferentes estados de conservación.
Los que llegan lo hacen buscando esa esencia de pueblo rural que se ha perdido en tantos lugares. Aquí, donde solo viven 94 personas, las casas son de adobe y madera, o a lo sumo de mampostería y recubiertas con lajas de pizarra; que repiten sus fachadas protegidas por entramados de madera. Sus colores son oscuros, o a lo sumo, tirando a una tonalidad ocre-siena.
Llama la atención lo pronunciados que son los aleros de madera, donde en las calles más estrechas -y son unas cuantas- terminan creando pasadizos en que apenas pasa la luz del sol. A ello se les suman detalles en común como puertas con dinteles, escalones de piedra y ventanas muy pequeñas. Los balcones, de madera, ocupan la fachada de lado a lado, donde es frecuente que haya piñas de maíz secándose al sol.
Como en los otros pueblos del valle, las casas tienen la doble función de vivienda y cuadra agrícola. En la primera planta se suelen guardar las herramientas de labranza, el aceite o el vino; mientras que en la segunda se ubica el centro de la vida familiar, la cocina, desde donde se distribuyen las habitaciones. En tanto, la tercera planta sirve de desván o despensa, donde por lo general casi no hay ventanas.
El trazado de Robledillo de Gata se adapta al terreno, donde muchas viviendas están sostenidas sobre estructuras de madera para permitir el paso del río Arragó, que a la altura de la calle Rúa crea una pequeña cascada que todo el mundo busca para fotografiar.
En tanto, desde el este llega un arroyo que forma el salto de Regato Manadero, donde el agua corre cuesta abajo bañando las rocas. Si se puede explorar la zona, se descubrirán otros saltos de este curso que cada tanto emerge entre la densa vegetación de musgos.
A un par de minutos, en el cruce de las calles Campanario y Barreto, junto a la fuente de la Mota está el Regato del Barrero, otro pequeño salto ubicado a un lado de la antigua Casa Hospital Franciscana. Este recinto, del siglo XV, conserva un interesante esgrafiado en su fachada.
Si bien estas son las cascadas del pueblo, cerca hay otras cataratas para descubrir por la región, como la del Chorritero, con una caída de 70 metros; a la que se llega tras un trekking de 5 km por la Sierra de Gata y de las Hurdes.
Volviendo al pueblo, el curso del río Arragó fue aprovechado desde siglos atrás para la actividad agrícola, como se puede ver en el Museo del Aceite. El complejo se encuentra en el antiguo Molino del Medio, una almazara de origen medieval que funcionó hasta 1973. En 2004 reabrió como museo, donde se expone la maquinaria original y varios objetos relacionados con la cosecha de la oliva y la producción del aceite, donde nunca faltan las catas de las dos variedades de AOVE de la región.
Probar el aceite local es tan obligatorio como degustar los vinos y otros productos de la Sierra de Gata, como los derivados del cerdo o el queso de cabra. Más elaborados, y bien potentes, son los platos tradicionales como el cocido de garbanzos, la caldereta de cabrito, las migas, el asado de cordero y golosos postres y dulces como los bizcochos mañegos, las cañas rellenas o las floretas. Paisajes únicos y platos deliciosos, ¿qué más se puede pedir?









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