¿Dónde están las setas serranas
otoñales?
La gran diversidad de ambientes naturales de los que podemos disfrutar en el mismo hace que los aficionados al estudio de las setas puedan salir al campo, con perspectivas de éxito, prácticamente durante todo el año.
El interrogante es realmente el del título del artículo: ¿dónde están las setas serranas otoñales? No va a haber aquí una respuesta para quien espere coordenadas geográficas para localizar tal o cual especie pero sí para aquellos que se interesen por conocer, únicamente observando el terreno, algunas de las que podemos buscar en cualquier punto de nuestras Sierras.
Sobre el terreno hay dos cosas inmediatas que todos observamos. Se trata, dejando de lado al reino animal, del que los humanos formamos parte, de ver qué vemos del vegetal y del mineral. Sea cual sea el punto serrano en el que estemos, interpretar adecuadamente esa percepción es conocer qué podemos esperar y, sobre todo, qué no vamos a encontrar, en lo que se refiere a las especies de setas que por allí afloren.
Vamos a abordar la respuesta, entonces, desde ambos puntos de vista, es decir, según la percepción vegetal del terreno y también según la mineral. Empezaremos por esta última, dejando para desarrollar en un próximo artículo de PuraSierra la correspondiente a la observación de la flora arbórea.
Como no conviene, repito una vez más, hacer afirmaciones demasiado categóricas que puedan ser desmentidas por la simple observación, vamos a hablar de tendencias. Ello quiere decir que no es imposible encontrar una determinada especie en un sitio "inesperado". Hay que admitir que una combinación de factores, que no tienen que ser necesariamente conocidos, puede hacer que, bajo determinadas condiciones, una especie pueda ir contra su tendencia natural. También es cierto que hablamos de una materia en la que la ciencia tiene todavía que avanzar mucho y sobre la que la literatura existente es en ocasiones poco clara o, incluso, contradictoria. Por ello la observación personal tiene un peso relevante en las conclusiones que se expondrán más abajo.
Suelos ácidos (o silíceos)
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Rocas:
Granito, cuarcita, arenisca, pizarra
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Plantas
acidófilas (o silicícolas): Jara pringosa, estepa
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Suelos básicos (calizos, calcáreos o alcalinos)
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Rocas:
Calcita, dolomía
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Plantas
basófilas (o calcícolas): Boj
|
Es decir, si vemos granito, cuarcita, arenisca, pizarra
o jara (pringosa o estepa) estamos en un terreno ácido.
Si vemos calcita, dolomía o boj pisamos suelo básico. Así de simple.
Una vez aclarados todos estos términos, veamos las fotografías de las 36 setas citadas, ordenadas alfabéticamente por su nombre científico. Como en anteriores ocasiones, la mejor forma de hacerlo es aprovechar la característica Lightbox del Blog. Consiste simplemente en presionar una vez el botón izquierdo del ratón o dispositivo señalizador tras haber posicionado el cursor sobre cualquier fotografía. El efecto será que dicha fotografía se ampliará, apareciendo todas las demás en miniatura. Presionando cualquiera de ellas, la original será sustituida por la nueva. También puede avanzarse de foto en foto a base de apretar botones.
En todo caso, una fotografía, por buena que sea, no sirve para identificar una seta al cien por cien. Incluso aunque se vean muchas, en numerosas ocasiones quedan dudas. El mejor consejo es no consumir una seta si existe el más mínimo recelo sobre su identidad.
Después de la visualización de todas las especies de setas concluirá el artículo mostrando, de acuerdo con los conceptos explicados más arriba, dónde podemos esperar encontrar cada una de ellas.
Es ahora, en otoño, cuando se les suman
muchísimos buscadores, normalmente no tan estudiosos, y sin embargo ávidos de
llenar sus cestas con ejemplares de especies que, poco a poco, van siendo
conocidas por el gran público.
No vamos a recordar aquí, puesto que son
prácticamente del dominio público y figuran en infinidad de sitios en Internet,
las normas básicas para la búsqueda y recogida de setas. Sí nos gustaría
insistir en el cumplimiento de las mismas. No hacerlo es una falta de respeto a
la naturaleza y, directamente, a los habitantes de la zona. Todos podemos
disfrutar de esta, ver las setas, aprender a conocer su mágico mundo,
degustarlas y dejar todo como estaba antes de que llegáramos.
Es importante tenerlos en cuenta puesto
que en este artículo vamos a incidir en las especies que se citan en los
mismos, muy en particular en las más susceptibles de encontrarse en esta época
del año. Todos ellos contemplan algunas que suelen abundar en otoño. Incluso el
último, referido a setas serranas de primavera, habla de algunas que también se
hacen presentes entre el verano y el invierno.
De todas las variedades citadas en estos
cuatro artículos vamos, por lo tanto, a referirnos a las 36 que pueden
encontrarse, normalmente, en esta época. Algunas corresponden más al de fin de
verano y otras, incluso, al principio de invierno. No obstante, podríamos
catalogarlas de otoñales.
Como siempre decimos, el mundo de las
setas es mágico y bastante esquivo a la costumbre que tenemos los humanos de
ordenar, clasificar y etiquetar todo. Incluso en el siglo XXI se sigue
resistiendo a nuestras estructuraciones, de forma tal que es muy difícil hablar
de verdades absolutas en el mismo. Todo lo que conocemos de las propiedades de
muchísimos tipos de setas es muy difuso. Desde las épocas de fructificación de
algunas hasta la comestibilidad de otras, hablamos de conceptos no siempre
claros y a menudo cambiantes. Por ello, cualquier afirmación, como alguna de
las ya efectuadas, es mejor tomarla como una tendencia hacia la certeza, sin
alcanzar esta absolutamente.
Con todos los antecedentes ya explicados, entramos en materia. Vamos a
acercarnos a estos 36 tipos de setas desde una perspectiva algo diferente a la
que podemos encontrar en las guías clásicas. Como siempre dejaremos para estas
(las hay realmente magníficas) la caracterización de cada una de las especies,
preguntándonos en qué ambientes naturales de nuestra zona podemos buscarlas con
una cierta probabilidad de éxito. No pretendemos decir que esta información no
está disponible en algunas publicaciones, sino más bien que el modo habitual de
presentarla no permite responder directa y claramente al interrogante que nos
vamos a hacer.
Hace no mucho tiempo me aconsejaba una
persona de un pueblo completamente representativo de la Serranía de Cuenca que en su término municipal no buscara Boletus edulis, porque allí no se encuentra ninguno. No le faltaba razón y,
evidentemente, conocía bien su tierra. Allí nunca han brotado estas hoy
celebérrimas setas. Fue su razonamiento el que me hizo pensar en escribir un
artículo como este. Me explicó que los faisanes (nombre con el que se conoce en la zona a esta exquisitez) precisan mayor
altura que los 1100 metros sobre el nivel del mar de los que por allí no se pasa.
Y además, nuevamente con conocimiento de causa, y señalando hacia arriba, me
dijo que otro cantar era buscarlos en la zona de Beteta o Masegosa, localidades no
demasiado lejanas, obviamente bastante más altas y con reconocidas zonas de
aparición de faisanes.
La gracia de esta anécdota reside en la
razón aducida para justificar la inexistencia de Boletus edulis en ese pueblo. Entre
las numerosas consideraciones a tener en cuenta para, de forma científica,
razonar su abundancia o escasez, no se encuentra la altura sobre el nivel del
mar, al menos cuando hablamos de las elevaciones serranas. Sin embargo, esta
persona ignoraba que un hecho más que conocido por él es el que realmente
posibilita que allí no afloren esos hongos. Se trata de que el suelo de todo
ese término municipal es calizo. Exagerando un poco, cosa de la que no conviene
abusar cuando hablamos de magia setera, podemos decir que encontrar Boletus
edulis en ese tipo de suelo es casi tan difícil como dar con la famosa
aguja del pajar proverbial.
Por supuesto que en las zonas más altas
indicadas por esta persona se da, a veces con cierta abundancia, esa especie de
seta. No es, desde luego, por su altura, sino más bien porque en sus zonas no
calizas existen condiciones muy favorables para ello. Tampoco pensemos que el
tipo de suelo es definitivo para que las setas estén allí. Es un
importante factor, pero sobre todo para descartar áreas de búsqueda de
determinadas especies y no para garantizar que se encuentren otras.
Algo parecido me ocurrió hace unos años
en Huerta Del Marquesado, junto con Valdemeca uno
de nuestros emporios seteros, sobre todo hablando de especies como el Boletus
edulis. Se lamentaba una persona de su mala suerte con estos. Mientras que
otros buscadores habían triunfado ese día y traían sus cestas repletas, él no
había encontrado ninguno, aunque sí había conseguido bastantes mizcalos (Lactarius
deliciosus). Comprendió su error cuando le expliqué el motivo de mi sonrisa
al responderme a la pregunta crucial relativa al sitio concreto en el que había
estado. Mientras los demás se habían dirigido a la denominada Sierra de
Valdemeca, tremendo macizo orográfico de suelos silíceos, él lo había hecho
al lado derecho del valle del Río de Valdemeca, paraíso setero
también, pero con suelo de naturaleza calcárea y, como tal, carente de los Boletus edulis entre sus tesoros micológicos.
Muchos aficionados desconocen por
completo que, según el tipo de suelo en el que se encuentren, las especies
micológicas que pueden encontrarse varían sustancialmente. Hay algunas a las
que esto les resulta indiferente y por lo tanto ese factor no es determinante
para su existencia, pero hay otras muchas, y algunas de de ellas entre las más
deseadas, para las que es determinante.
Como siempre, en PuraSierra no nos va a
importar perder algo de rigor científico si con ello conseguimos claridad en la
exposición. Lo primero que hay que saber es que entre los factores que
diferencian unos suelos de otros es muy importante la acidez y
que esta se mide con el famoso pH. Para no entrar en
jardines innecesarios, diremos simplemente que la medida de acidez nos lleva a
ocuparnos de suelos ácidos (con acidez
alta) y de suelos básicos (lo contrario).
Es a partir de estos conceptos dónde
suele surgir una pequeña ensalada de palabras que en muchas ocasiones enreda al
aficionado hasta confundirlo. Vamos a tratar de aclarar gran parte de los
términos que habitualmente se emplean para hablar de estos dos tipos de suelo y
de las cosas que sobre los mismos podemos ver, tanto minerales como vegetales o
de otro tipo.
Los suelos ácidos son
también llamados suelos silíceos. Sobre los mismos
encontraremos rocas con gran contenido en sílice como son el granito,
la cuarcita, la arenisca o la pizarra.
Los suelos básicos son
también llamados suelos calizos, calcáreos,
o alcalinos. Las rocas que veremos sobre los mismos son las
de tipo calizo como la calcita o la dolomía.
Es muy importante saber que el paisaje
rocoso que acabamos de definir no es compatible, en el sentido de que en un
área reducida es seguro que no convivirán minerales de los dos grupos
descritos. Por lo tanto el tipo de roca que vemos en un momento dado ya nos
debe dar una idea de si estamos sobre terreno ácido o básico.
Tan importante como esto es la
vegetación que nos rodea. Un pino albar (vimos sus
características en el artículo El
pino albar, rey de las alturas) no nos va a aportar información
en este sentido porque es indiferente edáfico (la edafología es
la rama de la ciencia que se ocupa de estudiar los suelos en relación a su
entorno mineral y vegetal), es decir, capaz de crecer en tanto en terreno silíceo como calizo. Sin embargo no
ocurre lo mismo con otro tipo de plantas.
Las especies que solo se desarrollan
sobre suelos ácidos se denominan acidófilas.
A nuestros efectos añadiremos la palabra silicícolas como
sinónimo de esta última. Las que únicamente lo hacen sobre suelos
básicos reciben el nombre de basófilas. De la misma
manera que antes, consideraremos calcícolas como otra
forma de referirse a las mismas.
Es manifiesta la incompatibilidad de
ambos tipos de plantas. Si vemos las de un tipo sobre el terreno, no podemos
ver las del otro. Por ello es importante conocer las más características entre
ellas. Citaremos, en este sentido, dos de las más conocidas y fáciles de ver.
Como planta basófila muy común en nuestras sierras hay que
considerar el boj. Del otro
lado podemos considerar la jara pringosa como muy
representativa de las plantas acidófilas. Otra especie de jara común en estas tierras es la estepa, que da origen a
zonas conocidas como estepares, cuyo nombre, tanto
en singular como en plural, es muy abundante en la toponimia serrana.
Veamos un resumen de los conceptos introducidos y comprobemos que es
bastante fácil tener claros los mismos:
Se han preparado las fotos de manera que
incluyen, impresos sobre las mismas, varios datos por cada especie. De esta
forma se hace muy cómodo consultarlas. Mientras se observa la fotografía, en el
mismo vistazo se pueden percibir los siguientes pormenores:
1.
En la esquina superior izquierda de la fotografía figura el nombre
científico de la especie. Entre paréntesis (si existen) se incluyen los nombres
comunes propios de nuestra zona o de uso muy común en castellano.
2.
En la esquina superior derecha hay una alusión a la comestibilidad de la
especie. Puede ser comestible, tóxica, mortal o precisar algún tipo de
aclaración. En el caso de las comestibles, no nos manifestamos en su calidad
culinaria.
3.
En la esquina inferior izquierda figura el término municipal de la zona
PuraSierra en que fue efectuada la fotografía (o recolectada la correspondiente
especie si la toma fue hecha en otro sitio). Algunas fotografías no están
hechas en nuestra zona y este dato, por lo tanto, no se incluye.
Debajo de ciertas imágenes figura alguna
anotación referente a las mismas.
Es la responsable del mayor número de muertes por intoxicación con setas a nivel mundial y, por supuesto, también en España. Todo aficionado debe conocerla.
Es preciso calentarla por encima de 65 grados centígrados para que desaparezcan las proteínas perjudiciales que contiene en su estado natural. Por lo demás, es un excelente comestible.
La carne se tiñe de azul al corte. Sin embargo, es un excelente comestible.
Con un agradable y fuerte olor a anís, su comestibilidad es controvertida porque, aunque hasta hace pocos años todos los autores lo citaban como comestible, parece que últimamente se ha detectado que contiene alguna sustancia cancerígena. Dado que, por otro lado, ni es muy abundante ni por sí sola compone platos exquisitos, lo recomendable es no recolectarla.
Carente de interés culinario, es un hongo con muchas propiedades medicinales. Es analgésico, antibacteriano, activador del sistema inmunológico, protector del digestivo y tiene importantes características antitumorales.
22. Ganoderma
lucidum (Reishi)
Es el hongo medicinal más importante del mundo. Sus propiedades benéficas parece que no tienen fin. Conocido como el hongo de la eterna juventud es venerado en China y Japón. Se consume en todas partes, presentándose normalmente encapsulado en extracto seco. Basta buscar la palabra Reishi en Internet para que el lector quede abrumado de información.
No tiene valor culinario. Los ejemplares jóvenes pueden proporcionar una magnífica tajada, aunque prácticamente carente de sabor.
28. Marasmius
oreades (Senderuela)
Es una seta que los aficionados deberían
conocer porque está considerada como mortal. Puede desarrollarse en casi todas
partes y, aunque hay guías que sugieren formas de evitar su toxicidad, esta no
es precisamente leve. Hay que evitarla en todos los casos.
31. Pleurotus
eryngii (Seta de cardo)
33. Suillus
luteus (Hongo de vaca, Faisán)
En el artículo La leyenda negra de la seta de los caballeros tratamos con cierta amplitud el tema de la controversia con respecto a la comestibilidad de esta seta.
Utilizando como identificador de cada especie su nombre científico, la
siguiente tabla muestra, a modo de conclusión, el tipo de terreno (ácido o básico) más favorable para la aparición de la
misma. El color verde significa que es proclive al tipo de suelo que indica
mientras que el rojo implica falta de preferencia al terreno
correspondiente. Las especies indiferentes edáficas presentan, lógicamente, color verde para ambos tipos de sustrato.
No vamos a entrar en este artículo en si la tendencia (que es lo que realmente refleja la tabla) es mayor o menor para unas u otras especies con respecto a algún suelo concreto. A modo de ejemplo de lo que queremos decir ya hemos citado que la preferencia del Boletus edulis por el suelo ácido es más que notable. Por poner algún otro, la misma preferencia en la Macrolepiota procera no es tan acusada y no es raro encontrarla en terreno calcáreo. Lo mismo pero al revés ocurre con la apreciadísima seta de cardo (Pleurotus eryngii). Asociada a la raíz del cardo corredor, prefiere el terreno básico, pero no se desenvuelve mal en el ácido.
No vamos a entrar en este artículo en si la tendencia (que es lo que realmente refleja la tabla) es mayor o menor para unas u otras especies con respecto a algún suelo concreto. A modo de ejemplo de lo que queremos decir ya hemos citado que la preferencia del Boletus edulis por el suelo ácido es más que notable. Por poner algún otro, la misma preferencia en la Macrolepiota procera no es tan acusada y no es raro encontrarla en terreno calcáreo. Lo mismo pero al revés ocurre con la apreciadísima seta de cardo (Pleurotus eryngii). Asociada a la raíz del cardo corredor, prefiere el terreno básico, pero no se desenvuelve mal en el ácido.
Terreno ácido
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Terreno básico
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Agaricus
arvensis
|
||
Agaricus
campestris
|
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Agaricus
macrosporus
|
||
Agaricus
xanthodermus
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Amanita
caesarea
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Amanita
muscaria
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Amanita
pantherina
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Amanita
phalloides
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||
Amanita
rubescens
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||
Amanita
spissa
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Boletus
aereus
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Boletus
edulis
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Boletus
erythropus
|
||
Boletus
pinophilus
|
||
Boletus
satanas
|
||
Cantharellus
cibarius
|
||
Clavariadelphus
pistillaris
|
||
Clitocybe
odora
|
||
Coprinus
comatus
|
||
Fistulina
hepatica
|
||
Fomitopsis
pinicola
|
||
Ganoderma
lucidum
|
||
Hydnum
repandum
|
||
Lactarius
deliciosus
|
||
Lepista
nuda
|
||
Lycoperdon
perlatum
|
||
Macrolepiota
procera
|
||
Marasmius oreades
|
||
Paxillus
involutus
|
||
Pleurotus
ostreatus
|
||
Pleurotus
eryngii
|
||
Russula
virescens
|
||
Suillus
luteus
|
||
Tricholoma
equestre
|
||
Tricholoma
portentosum
|
||
Tricholoma
terreum
|
Rápidamente puede observarse que el suelo básico tiene más impedimentos para estas especies mayoritariamente otoñales. Curiosamente, sin embargo, entre las setas más propias de la primavera es justamente este el preferido por las especies más cotizadas. Pero esto corresponde a otra historia y será contada en un futuro artículo de PuraSierra.
Esta tabla ha sido completada empíricamente de forma casi completa. Es la observación a lo largo de muchos años, sobre todo en nuestras Sierras, la que ha aportado el mayor grado de conocimiento para poder realizarla. El que suscribe es un simple aficionado, sin estudios científicos en este terreno. Es posible el error, ante todo en algunas especies de las más inusuales por estos lares. Algunas guías publicadas en papel o en Internet, han ayudado a cubrir esos huecos. Hay que decir, sin embargo, que este tipo de información no se ofrece de una manera clara, existiendo contradicciones palmarias en ciertos casos.
Los artículos de PuraSierra en los que se ha tratado algún tema micológico son los siguientes: